por Raúl Zibechi  Saturday, Jan. 17, 2009 at 7:49 AM
Versión abreviada del texto leído en la Fiesta de la Digna Rabia, San Cristóbal, 3 de enero.
Unas cuatro décadas atrás surgió una nueva generación de  movimientos, muy diferentes de los que hasta ese momento habían sido hegemónicos  en América Latina. Este conjunto de movimientos, nacidos a comienzos de la  década de 1970 y durante 1os 80, fueron muy activos en los 90, le plantaron cara  al neoliberalismo, ocuparon el lugar vacante dejado por los partidos de  izquierda, que se fueron plegando al modelo, y a los sindicatos, que hicieron  más o menos lo mismo, con honrosas y escasas excepciones.
Estos  movimientos le cambiaron la cara al continente; deslegitimaron el modelo  neoliberal, o por lo menos las aristas más groseras del modelo; instalaron una  nueva relación de fuerzas y modificaron el mapa político. Pese a sus  diferencias, tienen algunos rasgos en común:
Convirtieron la lucha por  la tierra (rural y urbana) en la conquista de territorios, o sea de espacios  donde los pueblos (indígenas, campesinos, sectores populares urbanos) hacen sus  vidas cotidianas y transforman las iniciativas para la sobrevivencia en modos y  formas de resistencia al sistema.
Se proclaman autónomos, de los  partidos, las iglesias, los sindicatos y los estados. Pero esa autonomía  encarnada en territorios va de la mano de la creación de nuevos modos de vida y  de ejercicio del poder, o sea de autogobierno.
Son movimientos de base  comunitaria, en el sentido general del término. A diferencia de los movimientos  anteriores, la pertenencia no es individual, sino familiar, y la base social de  esos movimientos implica la organización colectiva de matriz comunitaria. 
No son estrictamente movimientos sociales; son movimientos políticos o  político-sociales, si se prefiere. La división entre lo social y lo político  creada por las ciencias sociales y por la izquierda tradicional no resulta útil  para comprender esta nueva generación de movimientos.
No se pueden  comprender estos movimientos desde afuera, ni con una mirada fija en las  estructuras visibles, aquellas que capturan la atención de los medios, las  academias, las izquierdas institucionales. Hace falta una mirada interior, capaz  de captar los procesos subterráneos e invisibles, lo que sólo puede hacerse en  un largo proceso de involucramiento con los movimientos, no sólo con sus  dirigentes. El concepto de “trabajo de campo” es limitado, ya que no contempla  ni la convivencia ni la ligazón afectiva con los de abajo.
Son  portadores del mundo nuevo porque producen sus vidas (de las familias y  comunidades) con base en relaciones de reciprocidad y ayuda mutua, no para  acumular capital ni poder, sino para crecer y fortalecerse como comunidades y  movimientos. En ese sentido, creo que en los territorios de los movimientos  predominan relaciones no capitalistas, no de forma pura e incontaminada por  cierto, sino en pugna permanente contra los estados y el capital que buscan  destruirlos. Dicho de otro modo, la producción (material y simbólica) de valores  de uso ha desplazado a la producción de valores de cambio, no para siempre, ni  absolutamente, sino tendencialmente.
Esto lo podemos ver en multitud de  iniciativas, desde las que nacieron en ciudades como El Alto y el Plan 3000, en  Santa Cruz, Bolivia, hasta los barrios piqueteros de Buenos Aires, donde  construyeron sus viviendas, equipamientos colectivos, calles, servicios de agua,  de salud, de educación. Miles de huertas urbanas, no sólo rurales; miles de  emprendimientos productivos, cientos de fábricas recuperadas, nos hablan de que  no sólo en las áreas rurales, sino también en las periferias urbanas existe  enorme capacidad de producir sin patrones, sin capataces, sin división  jerárquica del trabajo.
En estos mundos nacen pensamientos otros. No son  ya las academias ni los partidos del sistema los que piensan a los de abajo,  sino nosotros mismos nos estamos pensando. No para producir teoría o tesis, sino  para potenciar el movimiento, para defenderlo mejor, para expandirlo y  compartirlo con otros. O sea, no se produce teoría, sino apenas ideas fuerza  para seguir caminando.
El mundo otro no puede ser representado en el  mundo formal del Estado y el capital. Más aún: no puede ser representado, porque  sólo es representable lo que está ausente. Creo, además, que participar en  instancias estatales debilita a los movimientos y los desvía de su tarea  principal, que es “fortalecer lo nuestro”. Sin embargo, hay muchos movimientos  que siguen siendo combativos y que luchan por verdaderos cambios que mantienen  relaciones con los estados. Éste es un debate que nos acompañará durante largo  tiempo y que no tenemos otra alternativa que enfrentar del modo más unitario  posible, siempre que sea un debate “entre nosotros”.
Por último, en  estos territorios en resistencia existen mundos diferentes al mundo del capital  y del Estado. Naturalmente, tienen sus formas de poder, con mayor o menor grado  de desarrollo. La asamblea es la forma común de decisión colectiva. No parece  posible un mundo sin poderes. Pero los hechos nos enseñan que puede haber  poderes no estatales, o sea, poderes no jerárquicos ni centralizados; rotativos  por turnos, de modo que todos y todas pueden aprender a mandar colectivamente y  a obedecer colectivamente. En cada lugar y país adoptan formas diferentes, pero  existen, tienen vida y ya no se referencian en el Estado como lo hicieron los  sindicatos.
¿Cómo triunfa este mundo de valores de uso, femenino,  comunitario, autocentrado y autodirigido, capaz de producir y reproducir la  vida? No lo sabemos. Lo que vemos es que crece por expansión, dilatación,  difusión, contagio, irradiación, resonancia… No crece solo, ni de forma  simétrica al capital y al Estado, o sea aniquilando, destruyendo, imponiendo,  digiriendo y dirigiendo. No podemos imponer el mundo otro porque lo estaríamos  negando, pero podemos insuflarle vida, actuando como fermento y levadura, con la  convicción de que los movimientos y los mundos otros son lo único que puede  salvarnos de la catástrofe que preparan los de arriba.
fuente:   http://colombia.

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios responsables