lunes 17 de noviembre de 2008
La ‘Minga’ indígena, cuyos 10.000 y más marchantes llegarán próximamente a Bogotá, y la conformación de ‘pirámides’ de captación ilegal de ahorro, tan de moda por estos días en nuestro país, son, más que un problema de desorden público o de ausencia de control financiero, el testimonio de concepciones antagónicas del mundo.
La figura de la Pirámide, originalmente asociada al simbolismo de la montaña sagrada o templo-montaña, en la sociedad capitalista ha quedado tristemente referida a organizaciones sociales fuertemente jerarquizada, donde el vértice divino, tradicional hogar del hijo del sol, se actualiza hoy en la mansión de Bill Gates, hijo favorito del dios contemporáneo: el supremo dinero.
El capitalismo, nuestra religión y el gobierno de Uribe, personifican en conjunto los infames ideales piramidales de una humanidad depredadora, donde sólo sobrevive un tipo de especie: los elegidos, los ganadores, los banqueros, los ‘combatientes’.
Los demás: pobres infelices, fracasados, pecadores y desposeídos; acaso ‘terroristas’ integrantes de algún tenebroso ‘eje del mal’. Porque así son los paraísos, los celestiales y los fiscales: sólo para unos pocos.
Todos sabemos que al participar en las ‘pirámides’ de ahorro delinquimos y avalamos un engaño. Todos sabemos que la pirámide se derrumbará en algún momento, como lo sabe la Reserva Federal de la economía del mundo.
Todos sabemos que hay gente que será robada en su dinero, en sus tierras, en su dignidad, y aún sabiéndolo participamos. Se trata de que no seamos uno de ellos, se trata de huir a tiempo, antes de la debacle.
Son normas básicas de la ética del capital y del ‘Opus Dei’, que, cada vez que proponen ‘solidaridad’, ‘cooperación’, ‘penitencia’ o ‘redención’, están hablando de negocios, inversiones de las que más pronto que tarde reclamarán sus dividendos, en dinero, en almas o en especies. Y hasta en ‘positivos’, según el caso.
Es que todo dios, cuando se trata del reino piramidal de este mundo, cobra.
Y ningún escenario más fructífero para la ganancia fácil y la especulación capitalista que el caos social y la fragmentación que producen las guerras. Que nos relaten los norteamericanos acerca de los réditos obtenidos en la Segunda Guerra Mundial, en Vietnam o en Irak.
Así el patrón de la ‘pirámide’, símbolo de la trampa y la feral codicia que para el capitalismo es parte del ‘orden natural’, no pudo encontrar mejor lugar para prosperar que nuestra selva, fecunda en informalidad y para-Estados.
Y si en Colombia la legalidad se llama fuerzas del orden convertidas en sicarios de los ciudadanos; banqueros usureros, que cuentan con uno de los márgenes de intermediación más altos del mundo; leyes y jueces expuestos a los caprichos del tirano de turno; si todo aquí, en fin, es periferia, jungla, brutalidad; ¿porqué deberíamos confiar en la legalidad que nos prometen desde el centro normativo, esa otra periferia desde donde precisamente nos dan ejemplo de como se atropella?...
Y claro que la solución que nos proponen es el ‘estado de conmoción’ o de ‘emergencia’, es decir: persecuciones policivas, incautaciones, aumentos de penas y exterminios. Todos recursos de fuerza, para que nada cambie ni los problemas estructurales se discutan.
A diferencia de ese símbolo de la ‘excepcionalidad’ capitalista que es la ‘pirámide’, la esfera representa la plenitud y el fluir infinito, el circular que no conoce comienzo ni fin, la totalidad que se autoalimenta y, por tanto, nunca colapsa.
La globalización misma es una época redonda, de restablecimiento de la unidad que todo lo existente reclama. Y ninguna expresión social más acorde con esos valores que la ‘Minga’ indígena.
¿Con qué respaldo moral nos propone Uribe, Valencia Cossio y José Obdulio defendernos de las ‘pirámides’, cuando son ellos la cúspide de la más rancia mafia colombiana?.
Deberían memorizar la veracidad de la ‘Minga’, su pulcritud, el valor de su palabra y su sentido de colectividad. No hay mejor rival para las ‘pirámides’ y las embusteras roscas mafiosas que la perfecta esfera indígena.
Con ella no tendrán nada que comerciar ni negociar, nada que ‘comprarte’, ‘venderte’ o ‘Salvarte’, sólo dignidad de pueblo. Un terreno que no conocen. Y eso les asusta.
Marlene Singapur
http://criteriocolombiano.blogspot.com
msingapur@yahoo.es
* Se puede parafrasear o copiar libremente el contenido de la presente columna, siempre y cuando se cite la fuente y no se comprometa a la autora en ninguna organización o militancia ideológica. Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios responsables